Al tomar conciencia de la forma del cuerpo en relación con el campo gravitatorio de la Tierra, los participantes en el taller descubren las tensiones mediante las cuales mantienen su forma personal de estar en el mundo, generalmente en un equilibrio forzado, y aprenden a soltarlas para encontrar un equilibrio a base de apoyo. Entonces el espacio alrededor del eje queda libre, la persona está "a sus anchas" y la creatividad puede fluir sin trabas. La voz se apoya en una caja sonora que vibra sin impedimentos. Los movimientos adquieren más libertad. La forma del cuerpo del personaje a representar se encuentra desde dentro. Al extender la atención para incluir la percepción de la relación con el suelo y el espacio, se descubre cómo abrir el cuerpo para que vibre y se mueva con la música de la danza, del canto o del personaje.
Exploramos los contenidos emocionales y mentales que la tensión fija en el cuerpo para tenerlos al alcance cuando se necesitan en el escenario, ante la cámara o en la propia vida, sin quedarse atrapado en ellos. Al reconocer las sensaciones y su espacialidad en el cuerpo, es posible ir más allá de los significados personales que se les atribuyeron bajo las condiciones iniciales de la vida. Así se amplia el registro disponible para el arte.
El movimiento no sólo es lo que hacemos, también es lo que somos. Respirar, pensar, sentir, hablar, actuar, interactuar, relacionarnos, vivir y convivir, todo esto es movimiento; cuerpo y mente, sistemas fluidos que se mueven. Todo cuanto hacemos en la vida, lo hacemos mediante el movimiento de nuestro cuerpo. Esto es evidente cuando se trata de actividades, ya sean profesionales, recreativas, o de la índole que sean. Incluso cuando se trata de una actividad sedentaria, o de encontrar un momento de tranquilidad, reposo y descanso de la actividad, la libertad de movimiento de nuestro cuerpo es fundamental para poder disfrutar de cada momento.
Las tensiones habituales inconscientes limitan nuestra libertad de movimiento y capacidad de respuesta a las demandas de las diversas situaciones en las que nos encontramos a lo largo del día; restringen el libre acceso a los recursos de que disponemos, simplemente, por ser lo que somos. Nos atrapan en patrones de conducta estereotipados.
Al soltarlas podemos movernos con fluidez y encontrar apoyo en el propio cuerpo y en el campo gravitatorio de la Tierra. Cuando nos dejamos apoyar por la fuerza gravitatoria en vez de resistir a su tracción. estimulamos los procesos vitales en los órganos y retrasamos el proceso de envejecimiento. Descubrimos que podemos desarrollar una relación de participación con nuestro entorno en vez de sentirnos víctimas de él o esforzarnos por dominarlo.